BLOQUE DE LITERATURA
1º BACHILLERATO
1º TRIMESTRE
TEMA 13: EL COMENTARIO DE TEXTOS LITERARIOS
- LOS TEXTOS LITERARIOS:
Los textos literarios ofrecen al lector abordajes subjetivos, libres, de contenido reflexivo, vivencial o contemplativo de la vida, sin ánimos de más que suscitar ese conjunto de emociones y de sensaciones en su ánimo. Para ello estos textos artísticos emplean toda una gama de recursos expresivos, conocidos como tropos, figuras retóricas o figuras literarias, mediante las cuales pueden emplear el lenguaje de manera más potente, más conmovedora o incluso más rítmica.
-COMENTARIOS DE TEXTOS LIRICOS:
Al comentar un texto lírico, debes tener en cuenta un hecho fundamental: un poema cobra su sentido pleno cuando se escucha, como una canción. De manera que debes leerlo en voz alta, recitarlo y escucharlo. Así apreciarás sus valores rítmicos y musicales, tan importantes en este género. Para comprender el poema, puedes buscar palabras en el diccionario, pero no te empeñes en conocer exhaustivamente todo el léxico puesto que muchos significados funcionan de manera subjetiva. Parte de la comprensión del poema reside en captar su ritmo. Por eso es importante que descubras las figuras retóricas (figuras de repetición, principalmente) y los fenómenos de métrica y rima que son relevantes para darle ritmo a la composición: versos largos, ritmo pausado; versos cortos, ritmo ágil. Una vez que hayas entendido su mensaje, de qué habla y qué cuenta, localiza las imágenes (metáforas y comparaciones) que se relacionen con el tema. En definitiva, se trata de reconocer los fenómenos lingüísticos recurrentes que son significativos. Trata de entender la intención del autor en las figuras literarias principales.
Y no olvides nunca que la voz poética no es necesariamente la del autor. La voz poética también es la voz de un desconocido (como un narrador omnisciente en una novela) que transmite emociones y sentimientos en los que tal vez puedas reconocerte…
-COMENTARIOS DE TEXTOS NARRATIVOS:
Hoy toca el comentario de texto narrativo. Todos tienen la misma importancia, pero parece que los textos narrativos tienen más papeletas para salir en los exámenes de Selectividad, ya que la novela es el género que más popularidad y difusión ha alcanzado en el siglo XX. El comentario de texto narrativo no se diferencia de los demás en cuanto a la necesaria división entre estructura interna y estructura externa.
En la estructura externa debemos resaltar, analizar y comentar los elementos más puramente formales, como el número de líneas del fragmento que nos ocupa, el número de párrafos, y datos significativos como las comillas, las palabras en cursiva… Los elementos gráficos y hasta la disposición material del texto en el papel no son elementos extraños al comentario Como habréis podido comprobar, en la estructura interna es donde afloran los elementos más relevantes de cada tipo de texto y donde se encuentran las principales diferencias formales de cada género. Los elementos a analizar y comentar dentro de la estructura interna de un texto narrativo son: el narrador, las coordenadas espacio-temporales y las modalidades narrativas.
-COMENTARIOS DE TEXTOS LITERARIOS:
El comentario de textos literarios es un ejercicio mediante el cual se llega al conocimiento profundo de una obra literaria así como del contexto histórico-literario que la rodea. A través del comentario de texto es posible realizar una lectura analítica, detallada y profunda de la obra literaria, lo cual nos permite comprender de una forma más minuciosa y exhaustiva el por qué de esa obra literaria, qué quería transmitirnos el autor a través de ella o bien por qué esa obra y no otra es un clásico dentro la Historia de la Literatura.
TEMA 14: LA LIRICA MEDIEVAL
-LA EDAD MEDIA Y SU LITERATURA:
Se denomina literatura medieval a todos aquellos trabajos escritos principalmente en Europa durante la Edad Media, es decir, durante aproximadamente mil años transcurridos desde la caída del Imperio Romano de Occidente hasta los inicios del Renacimiento a finales del siglo XVI. La literatura de este tiempo estaba compuesta básicamente de escritos religiosos, concepto amplio y complejo, que abarca desde los escritos más sagrados hasta los más profanos. A causa de la gran amplitud espacial y temporal de este período se hace fácil hablar de la literatura medieval en términos generales sin caer en simplificaciones. Por ello, es más adecuado caracterizar las obras literarias por su lugar de origen, su lenguaje o su género.
-LA LIRICA POPULAR:
La lírica tradicional es un género literario que se transmite manualmente de generación en generación y cuyos autores nunca han muerto y se han olvidado con el transcurso del tiempo. Comprende las manifestaciones orales anónimas y en verso del género literario lírico que se dan en la fase más primitiva del desarrollo de una cultura: el folklore producido colectivamente por el pueblo.
-LA LIRICA CULTA:
En literatura española, se conoce con el nombre de lírica culta castellana a la poesía elaborada en las cortes de los reyes medievales por parte de los caballeros que vivían en ellas (reyes, políticos, magnates...) y que ha llegado hasta la actualidad a través de cancioneros, diversas recopilaciones de poesía lírica (antologías) que van siendo reunidas desde comienzos del siglo XV; el cancionero más importante es el Cancionero de Stúñiga.
Aunque la poesía cortesana representa la tardía aclimatación o trasplante de la poesía trovadoresca provenzal a la literatura castellana, uno de sus rasgos fundamentales es que en ella se manifiesta un mayor influjo de nuevas corrientes literarias: especialmente, la influencia italiana y la difusión cada vez mayor de la cultura greco-latina, a través de la anterior. Dante, Petrarca y Boccaccio son admirados y convertidos en modelos también por ser el vehículo de la cultura clásica. La lengua castellana se considera imperfecta y así se introducen latinismos e italianismos, castellanizándose algunos.
Comienza, igualmente, una infravalorización de la literatura medieval elaborada hasta la fecha: los cantares de gesta, la lírica popular (que, a pesar de todo, persistirá) y los romances, incluso se estiman de gente baja.
Así, pues, lo cortesano, lo clásico y lo italiano orientan las producciones literarias hacia un refinamiento artificioso, culto, que hará que esta lírica oscile entre obras amaneradas y una poesía de sutiles alambicamientos conceptistas y preciosismos formales, pero frívola e intrascendente la mayor parte de las veces, como el ambiente cortesano en que se crea.
-LA POESIA CANCIONERIL:
El siglo XV supuso la descomposición del mundo medieval. La rígida estructura estamental fue sustituida por una situación de mayor movilidad en la sociedad. En literatura, los modos y temas de la Edad Media seguían presentes, pero comenzaban a aparecer muestras del espíritu renovador y burgués que derivó en el Renacimiento. Prueba de ello es la aparición de los cancioneros, obras de poetas cortesanos para consumo de lectores alejados del mundo de los monasterios, que hasta entonces había dominado la poesía culta.
TEMA 15: LA POESIA NARRATIVA MEDIAVAL
-LA POESIA ÉPICA:
La épica es un género narrativo en el que se presentan hechos legendarios o ficticios relativos a las hazañas de uno o más héroes y a las luchas reales o imaginarias en las que han participado. Su forma de expresión tradicional fue la narración en verso, bajo la forma de cuya finalidad última era exaltación o engrandecimiento de un pueblo. En algunos casos, la épica no tenía forma escrita, sino que era contada oralmente por los rapsodas. Con posterioridad la épica adoptó también la forma narrativa en prosa, incorporando elementos de descripción y diálogo y dando lugar, en primera instancia, a la novela de caballerías, a la novela picaresca o antiheroica y posteriormente a la novela realista o burguesa, entre otros géneros menos cultivados.
Alternancia de discursos que tiene como origen la observación aristotélica de la diferencia entre mímesis y diégesis, es decir, entre narración y descripción.
-EL CANTAR DEL MIO CID:
El Cantar de mio Cid es un cantar de gesta anónimo que relata hazañas heroicas inspiradas libremente en los últimos años de la vida del caballero castellano Rodrigo Díaz de Vivar el Campeador. La versión conservada fue compuesta, según la mayoría de la crítica actual, alrededor del año 1200. Se trata de la primera obra poética extensa de la literatura española y el único cantar épico de la misma conservado casi completo; solo se han perdido la primera hoja del original y otras dos en el interior del códice, aunque el contenido de las lagunas existentes puede ser deducido de las prosificaciones cronísticas, en especial de la Crónica de veinte reyes. Además del Cantar de mio Cid, los otros tres textos de su género que han perdurado son: las Mocedades de Rodrigo —circa 1360—, con 1700 versos; el Cantar de Roncesvalles —ca. 1270—, un fragmento de unos 100 versos; y una corta inscripción de un templo románico, conocida como Epitafio épico del Cid —¿ca. 1400?—. La relevancia del Cantar no se limita a lo literario sino que da inicio a toda una disciplina intelectual: la filología como ciencia moderna en España a finales del siglo XIX, que se inicia con el estudio de este poema por parte de Ramón Menéndez Pidal (1869-1968) y su decisión de aplicar por primera vez a este texto el método histórico-crítico, la más potente herramienta de la filología de su época, inaugurando así los estudios filológicos españoles.3
El poema consta de 3735 versos de extensión variable (anisosilábicos), aunque predominan los de catorce a dieciséis sílabas métricas, divididos en dos hemistiquios separados por cesura. La longitud de cada hemistiquio es normalmente de tres a once sílabas, y se considera unidad mínima de la prosodia del Cantar. Sus versos no se agrupan en estrofas, sino en tiradas; cada una es una serie sin número fijo de versos con una sola y misma rima asonante. Se desconoce su título original, aunque probablemente se llamaría «gesta» o «cantar», términos con los que el autor describe la obra en los versos 1085 ("Aquí compieça la gesta de mio Çid el de Bivar", comienzo del segundo cantar) y 2276 ("las coplas deste cantar aquís van acabando", casi al fin del segundo), respectivamente.
-LOS ROMANCES:
El romance es un tipo de poema característico de la tradición literaria española, ibérica e hispanoamericana compuesto usando la combinación métrica homónima (octosílabos rimados en asonante en los versos pares). No debe confundirse con el subgénero narrativo de igual denominación. Es un poema característico de la tradición oral española. Fue muy popular durante el siglo XV cuando se hicieron recopilaciones de los romances en los libros denominados "romanceros", aunque la mayoría de los investigadores consideran que se transmitía oralmente desde varios siglos antes1. El primer romance del que se tiene constancia escrita fue hallado en el cuaderno de apuntes de Jaume Olessa, un estudiante mallorquín italiano de derecho, en 1421. Los romances son generalmente poemas narrativos de una gran variedad temática, según el gusto popular del momento y de cada lugar pueden contener otras temáticas y ser cantados con ritmos locales. El romance fue concebido como poema para ser cantado o declamado por los trovadores o juglares que llevaban composiciones propias o de terceros a los pueblos donde llegaban. Sin embargo, otros investigadores como el hispanista Daniel Eisenberg ha puesto en tela de juicio el origen del romance como composición oral, basándose en Cervantes, "un informante ideal", quien comenta que los romances estaban escritos antes de existir como textos orales, y no se veían como poesía, sino como historia; y por lo tanto, según Eisenberg, los ataca, en El retablo de Maese Pedro y otros pasajes de Don Quijote por su falta de veracidad histórica.
-EL MESTER DE CLERECIA:
El mester de clerecía es la literatura medieval compuesta por clérigos, es decir, hombres instruidos y no necesariamente sacerdotes (podían ser nobles, como Pedro López de Ayala, judíos, como Sem Tob, o musulmanes, como el anónimo autor del Poema de Yusuf) que poseían unos conocimientos superiores a los del trivium o triviales, la enseñanza elemental de la época. Estos clérigos habían cursado, en cambio, los altos estudios de entonces, es decir, la educación superior derivada del quadrivium, de donde podría provenir la expresión cuaderna vía, que sirvió para llamar a su estrofa característica: el tetrástrofo monorrimo.
Mester viene del latín ministerium, (oficio); la Edad Media, rigurosamente jerarquizada en tres estamentos o estados, la plebe, la nobleza y el clero, se vio representada en el ámbito literario por tres mesteres que emanaban de esos sectores de la sociedad, laboratores o trabajadores siervos y vasallos del señor, oratores o clérigos y defensores o militares. El mester de juglaría era el más popular, aunque no tanto que sus autores no hubieran recibido una formación bastante superior a la normal: la verdadera literatura tradicional del pueblo iletrado y analfabeto era entonces oral y principalmente lírica, mientras que los juglares divulgaban poemas narrativos de tema guerrero compuestos por gente letrada, verdaderos autores de cantares de gesta, destinando este producto a un público muy vario y poco escogido en las plazas de los pueblos o de los castillos, con un estilo de verso irregular y anisosilábico de rima asonante en largas tiradas monorrimas, con habitual esticomitía y una retórica sencilla, de forma semirrepresentada. El mester de cortesía, menos articulado que los otros, nació, por el contrario, en el seno de la Corte, en las chancillerías regias, y utilizó siempre la forma de la prosa para ámbitos legales y cortesanos, con la intención educativa de formar nobles y políticos que pudiesen prosperar en las difíciles condiciones de la revuelta Edad Media española; a esta intención responden las numerosas compilaciones de cuentos, las obras históricas y los diversos escritos de Don Juan Manuel y otros escritores en castellano y latín.
El mester de clerecía se engendró, por el contrario, en ámbitos eclesiásticos y religiosos más cultos, como los estudios generales o las escuelas catedralicias o monacales, y utilizaba un vocabulario amplio, preñado de cultismos y colores retóricos, estrofismo y no tiradas, verso regular e isosilábico y una rima más exigente, la consonante, con temas no guerreros sino religiosos y morales y una conciencia clara de querer hacer "otra cosa" que los juglares, aunque con frecuencia tomaron algunos procedimientos estilísticos de los juglares, que ya habían configurado una cierta tradición literaria que contribuyeron a enriquecer. El mester de clerecía, sin embargo, es una denominación que posee dos sentidos, uno restringido y más homogéneo y otro amplio más heterogéneo. En sentido restringido, señala sólo a un grupo de obras de características muy definidas que siguen la estela del Libro de Aleixandre: el Libro de Apolonio y las hagiografías de Gonzalo de Berceo, solamente. En sentido más lato, tiene que ver con todas las derivaciones ulteriores que adaptaron este modelo a otras condiciones sociales y mentalidades: el Libro de Buen Amor, el Rimado de Palacio, el Poema de Fernán González, los Proverbios morales, el Poema de Yusuf etcétera. Esta segunda agrupación es más extensa y heterogénea
-EL LIBRO DE BUEN AMOR:
El Libro de buen amor (1330 y 1343), también llamado libro del Arcipreste o libro de los cantares, ya que los manuscritos existentes no facilitan un título, es una obra del mester de clerecía del siglo XIV. Es una composición extensa, compuesta por más de 1700 estrofas de carácter variado, cuyo hilo conductor lo constituye el relato de la autobiografía ficticia del autor (Juan Ruiz, Arcipreste de Hita). Está considerada una de las cumbres literarias españolas de cualquier tiempo, y no solo de la Edad Media. El libro contiene una colección heterogénea de diversos materiales unidos en torno a una pretendida narración autobiográfica de asuntos amorosos del propio autor, quien es representado en una parte del libro por el episódico personaje de don Melón de la Huerta. En él aparecen representadas a través de sus amantes todas las capas de la sociedad bajomedieval española.
En el transcurso del argumento principal, se intercalan fábulas y apólogos que constituyen una colección de exempla. Asimismo se pueden hallar alegorías, moralidades, sermones, cantigas de ciegos y de escolares de tipo goliardesco. También se recogen composiciones líricas profanas (serranillas, muchas veces paródicas, derivadas de las pastorelas) al lado de otras religiosas, como himnos y gozos a la Virgen o a Cristo. Los materiales narrativos están fundados en la parodia de las comedias elegíacas medievales en latín ámbito escolar pseudo-ovidianas, como De vetula y Pamphilus, en las que el autor es protagonista de aventuras amorosas que alternan con poemas vinculados con ellas. Pamphilus, además, es citado en el Libro de buen amor como base del episodio de Don Melón y Doña Endrina. Además de materiales derivados del Ars amandi de Ovidio, también se parodia la liturgia de las horas canónicas o de los cantares de gesta, así en el combate de don Carnal con doña Cuaresma. Otros géneros que se pueden encontrar en el Libro son los plantos, como el hecho a la muerte de Trotaconventos, personaje que constituye el precedente más claro de La Celestina o las sátiras, como las dirigidas contra las dueñas chicas o el poder igualador del dinero; las fábulas, de la tradición medieval esópica o manuales pedagógicos, como el Facetus, que considera la educación amorosa como parte del aprendizaje humano. Aunque se han propuesto fuentes árabes, la crítica actual se decanta por considerar que El libro de buen amor desciende de la literatura latina medieval clerical.
TEMA 16: LA PROSA Y EL TEATRO MEDIEVAL
-DON MANUEL Y EL CONDE LUCANOR:
El conde Lucanor es una obra narrativa de la literatura castellana medieval escrita entre 1331 y 1335 por Don Juan Manuel,1Príncipe de Villena y nieto del rey Fernando III de Castilla. Su título completo y original en castellano medieval es Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio. Compuesta por 5 partes, la más conocida es una serie de 51 exempla o cuentos moralizantes tomados de varias fuentes, como Esopo y otros clásicos, así como de cuentos tradicionales árabes. La «Historia del deán de Santiago y el mago de Toledo» (cuento XI) tiene semejanzas con cuentos tradicionales japoneses, y la historia de una mujer llamada Doña Truhana (cuento VII) —el «Cuento de la lechera», pero ligeramente variado— ha sido identificada por Max Müller como originada en el ciclo hindú Pancha-tantra.
El Conde Lucanor fue escrito, muy posiblemente y en una parte bastante grande, en el castillo de Molina Seca, hoy Molina de Segura, en Murcia, pues en la época en que se escribe, tanto el recinto amurallado como la villa, formaban parte de los dominios del Infante Juan Manuel, donde pasaba largas temporadas. La importancia del enclave residía en que se hallaba a escasas leguas de Murcia capital, en el camino de su entrada desde el El propósito didáctico y moral es la marca del libro. El conde Lucanor empieza la conversación con su consejero Patronio, planteándole un problema («Un hombre me ha hecho una propuesta…» o «Temo que tal o cual persona intenta…») y solicita consejo para resolverlo. Patronio siempre responde con gran humildad, asegurando no ser necesario dar consejo a una persona tan ilustre como el conde, pero ofreciéndose a contarle una historia de la que este podrá extraer una enseñanza para resolver su problema. Los cuentos son exempla, género asentado en la tradición literaria medieval. Cada capítulo termina más o menos de la misma forma, con pequeñas variaciones: «Et entendiendo don Johan que estos exiemplos eran muy buenos, fízolos escribir en este libro, et fizo estos viesos en que se pone la sentençia de los exiemplos. Et los viessos dizen assí». El libro se cierra con un pareado que condensa la moraleja de la historia. Luego viene al final de cada cuento una extraña frase: «y la historia de este ejemplo es esta que se sigue». Esto es de difícil interpretación, puesto que no viene nada además de eso. Autores como José Manuel Blecua afirman que puede ser debido a que hace alusión a una miniatura que debió de existir en el códice original, donde se plasmaba la narración anterior.
-LA PROSA DE FICCIÓN:
En el siglo XVI la palabra «novela» (de origen italiano) se refiere a narraciones breves, como por ejemplo vemos en el título de Cervantes, Novelas ejemplares. La novela se desarrolla bastante en el siglo XVI y culmina con la aparición de las obras de Cervantes. En la primera mitad del siglo XVI se siguen editando y se leen los relatos sentimentales y los libros de caballerías, es decir, por un lado las narraciones que muestran los sentimientos amorosos, lo interno, y por otro lado, las que desarrollan las aventuras de un caballero que lucha en defensa de la justicia y al servicio de su dama, lo externo. Tras el Amadís de Gaula, la primera mitad de siglo conoce un gran éxito de los libros de caballerías. Hay toda una saga de Amadises y Palmerines, cuyos amores y fantásticas aventuras se relatan con el lenguaje rebuscado y ampuloso que caracteriza al género caballeresco
-EL TEATRO MEDIEVAL:
Los orígenes del teatro medieval no están aclarados. Según parece, hay una ruptura de siglos en la representación teatral, desde el mundo romano y griego, quienes prefieren la comedia a la tragedia, más cultivada entre los griegos. Las opiniones de los primeros cristianos acerca del teatro son bastante negativas y es posible que ello influyera en la práctica desaparición de el mismo.
El teatro se desarrolló a partir de las festividades. En esas fiestas, se inician representaciones del misterio, dentro de la iglesia. El teatro empezó en las iglesias representando los momentos litúrgicos más importantes, como la Epifanía, la visita al sepulcro y la Pasión de Cristo. De ahí pasó a los pórticos de las mismas por la inclusión de momentos cómicos y jocosos y, finalmente, a las calles y plazas públicas. Esto permitió la introducción de elementos como el vestuario o la escenografía, el uso de carros, etc. El único texto teatral que se conserva en español anterior al siglo XV es el Auto de los Reyes Magos, del siglo XII, del cual se conservan 147 versos. Ya en el siglo XV, destaca el dramaturgo Gómez Manrique, autor de una Representación del nacimiento de Nuestro Señor compuesta hacia 1476.
Durante esta época, las autoridades eclesiásticas se sirvieron del teatro para divulgar entre el pueblo las historias de la Biblia y los valores del cristianismo. Los sacerdotes crearon dramas de tema religioso, llamados misterios. Las obras se interpretaban primero en las iglesias, más adelante también en las plazas de las ciudades o en carretas que podían trasladarse de una localidad a otra. El teatro medieval, al igual que el teatro clásico, surgió a partir del culto religioso, pero enfocado hacia el cristianismo. Más tarde empezaron a aparecer también obras no religiosas, basadas en cuentos tradicionales o anécdotas divertidas. Se hicieron populares las obras de intención moral, que utilizaban la poesía, la música y la comedia para instruir al pueblo. En esa época se formaron pequeños grupos de artistas profesionales llamados juglares, que trabajaban en los patios de las posadas y en las ferias... Hacían su teatro a cambio de dinero o comida,etc.
-LA CELESTINA:
La Celestina es el nombre con el que se ha popularizado la Tragicomedia de Calisto y Melibea, atribuida a Fernando de Rojas. Su composición se remonta a los últimos años del siglo XV, durante el reinado de los Reyes Católicos en España y su extraordinario éxito editorial comenzó en el siglo XVI y continuó, con altibajos, hasta su prohibición en 1792. Por su argumento amoroso, su finalidad didáctica, la abundancia de citas de autoridad, la elección de sus personajes, su forma dialogada y su más que probable vinculación a un entorno universitario, se ha considerado a La Celestina un ejemplo sui generis de comedia humanística, aunque hay quien prefiere considerarla como un híbrido entre novela y drama. Su influencia en ambos géneros es muy notable, hasta el punto de que es posible hablar del género celestinesco en el que se incluyen tanto obras desarrolladas directamente a partir de su trama, sus personajes o sus temas, como ambientes o personajes celestinescos en comedias y novelas que, en principio, nada tienen que ver con La Celestina.